Indemnizaciones amorales

A lo largo del último año hemos visto como múltiples ejecutivos que pregonan a los cuatro vientos que dejan voluntariamente su organización cobran unas cuantiosas indemnizaciones basadas en el criterio legal del despido improcedente o en un acuerdo preestablecido en el momento de la contratación inicial.

Cabe destacar algunos ejemplos: Jorge Valdano, quién, -al dejar el Real Madrid en mayo de 2011, según el voluntariamente-, cobró cerca de cuatro millones de euros; o más recientemente, Rodrigo Rato, que al presentar su renuncia de Bankia el mes pasado confía en cobrar 1,2 millones de euros, si la Comisión de Nombramientos y Retribuciones de esta institución no lo para.

Pero,… ¿en qué quedamos?: si se van voluntariamente ¿por qué les indemnizan?; o si  les echan ¿por qué no lo asumen públicamente?

Es muy posible que en estos casos, -como en tantos otros-, estos personajes hayan sido invitados a marcharse por su falta de resultados o por discrepancias manifiestas, prefiriéndose abonarles dinero para generar el menor ruido mediático posible.

Las organizaciones y las personas tienen una responsabilidad moral y deben actuar en consonancia con los demás y consigo mismo; Y la moral ha de concretarse en conductas ejemplarizantes que se acaban convirtiendo en la costumbre y la fuente del derecho. Por ello, no tiene que dar reparo el que se expliciten públicamente.

Las conductas que son perniciosas las denominamos inmorales, mientras que las virtuosas se convierten en costumbre y son fuente del derecho. Las conductas que carecen de moralidad las denominamos amorales pero, al no querer hacerse públicas, pasan al lado de la inmoralidad.

Es por ello que la falta de claridad a la hora de justificar estas cuantiosas indemnizaciones nos haga dudar, cuanto menos, de la amoralidad de las mismas.

Tanto las organizaciones que abonan estas desorbitadas indeminaciones, como las personas que lo cobran, deben actuar acorde con su responsabilidad moral. Es decir:
Si te marchas porque te echan y lo tenías pactado o te corresponde legalmente, el interesado y la organización están obligados a decirlo.
Si te vas voluntariamente o has sido invitado a marcharte, pactándose la salida, al amparo de un más que beneficioso acuerdo, también hay que decirlo.

La transparencia ha de ser una de las virtudes tanto de las organizaciones como de las personas: Es una cuestión de responsabilidad personal y social. De lo contrario,  se está actuando de forma engañosa e incluso, cobarde.

Lo que cabe esperar de los ejecutivos que salen voluntariamente de las organizaciones a estos precios es que actúen con transparencia. Es decir, que asuman su responsabilidad moral. Y en la misma dirección tienen que actuar las organizaciones que promueven la salida de sus ejecutivos y están dispuestas a abonar estas extravagantes cantidades.

La sociedad económica depende del desarrollo de conductas morales para subsistir éticamente.

Antonio Peñalver

2 comentarios en “Indemnizaciones amorales”

  1. Buen día,
    Me sorprende que un especialista en recursos humanos haya escrito este artículo.
    Los despidos negociados son muy comunes. La empresa ofrece una salida "digna" al empleado, a cambio de una cantidad pactada. En algunos casos, esas "salidas dignas" son pactadas desde la contratación inicial. A ninguna de las partes conviene ventilar los argumentos de la ruptura.
    ¿A quién beneficia decir: "Lo despedimos por incompetente"? O del lado contrario: "Me voy porque el dueño de la empresa es un idiota".
    Cualquiera sabe que cuando sale alguien de una empresa es por malos resultados o porque su empresa no pudo retenerlo ante la oferta de una competidora.
    Es algo como los divorcios "voluntarios", deberían llamarse "negociados". Ninguno quiere "transparentar" su ruptura y que todo mundo se entere de su "ropa sucia". ¿A quién le importa?
    Al fin y al cabo, la vida sigue y mejor que sea sin llevar "etiquetas" en la frente.
    La famosa "transparencia" y el "derecho a la información" son argumentos usados con frecuencia para justificar el "amarillismo", que siempre ha sido un negocio muy rentable.

  2. Hola Julio, Te agradezco tu comentario, aunque tengo que comentarte que no comparto del todo tu extrañeza porque un profesional de recursos humanos se pregunte que no se sea transparente cuando se decida publicar la salida por parte del profesional o del empleador; máxime cuando las cantidades son tan abultadas, se ha trabajado poco tiempo en la organización, los resultados obviamente no han sido buenos y existen múltiples accionistas minoritarios implicados.
    Comporto contigo que airear los trapos sucios no es bueno pero, también es igualmente cierto que ser transparente en estos casos no debería ser un "tabú". ¿No debe ser, acaso, la transparencia un valor de las organizaciones púbicas? ¿No te parece? Un afectuoso saludo, Antonio Peñalver en Indemnizaciones amorales

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