«Desarrollo humano integral» (a propósito de la renuncia del Papa)

Tras la reciente noticia del pasado lunes, día
11 de febrero, en la que el Papa Benedicto XVI anunció, -en un acto de reflexión
en plena libertad-, que abandonará el Pontificado el próximo 28 de febrero,
muchos nos hemos sentido impactados por lo que ha supuesto su rico y fecundo magisterio,
así como por su ejemplo humilde y generoso servicio al mundo. Por ello, no he
podido, por menos, que tratar de reflexionar públicamente sobre un aspecto que me
impactó sobremanera cuando leí su carta encíclica “Caritas in Veritate”  o “El Amor en la Caridad”: el desarrollo
humano integral.

Sólo en la verdad, -fruto del ejercicio de la razón y la
ciencia-, debe destacar la caridad.  A través
de la razón  y por supuesto, de la fe, la
inteligencia puede llegar a la verdad natural y sobrenatural de la caridad. Sin
verdad, nos dice Benedicto XVI, la caridad cae en mero sentimentalismo.
En el contexto social y cultural actual, en el que está
difundida la tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad
lleva a comprender que la adhesión a los valores es  un elemento útil y necesario para construir una
buena sociedad con un verdadero desarrollo humano integral.
En un mundo en progresiva y expansiva globalización, azotado
por una profunda crisis económica, se corre el riesgo de que no exista una
correcta interdependencia entre la ética de la conciencia y el intelecto. De
ello, puede resultar un deficiente desarrollo humano.
En este blog estamos acostumbrados a trabajar las claves del
desarrollo profesional. Pero este no puede ser pleno sino existe, al mismo tiempo,
un correcto desarrollo personal. Ello supone vivir con plenitud nuestros
motivos y valores. El desarrollo técnico ha de conjugarse con el desarrollo como
ser humano para ser integral.

El desarrollo humano integral supone el ejercicio de la
libertad responsable de la persona. Este ejercicio ha de hacerse con autonomía
y humildad –aspecto qué, por cierto, Jim Collins, destaca en su famoso trabajo del
líder eficaz-. La acción de desarrollo humano como vocación exige el respecto a
la verdad.
El autentico desarrollo debe conjugar todos sus aspectos: el
profesional y el humano. Ejercicio que ha de ser libre por parte de la persona.
Una persona no puede ser un buen profesional sin desarrollar su dimensión humana.
Para ser un buen profesional hay que ser una buena persona.
Cabeza y corazón no están contrapuestos, sino ligados íntimamente.
Benedicto XVI nos recuerda que para progresar desde el punto
de vista autentico e integral hay que trabajar más allá de los aspectos económicos
o tecnológicos: en los estrictamente humanos.
Antonio Peñalver